España, año dos mil cuarenta, el país está regido por un gobierno autoritario que, para evitar disidencias, quiere influir constantemente en la ideología de la población. Con tal fin controla toda propuesta cultural que los ciudadanos tengan a su disposición, incluida, como no, la literatura. La lectura de libros en papel está prohibida y está permitido el consumo digital, más fácilmente manipulable por parte de los funcionarios del Instituto para la Calidad Literaria (ICL). En ese contexto, Sabela, una joven rebelde y amante de los libros, se desenvuelve para consolidar la resistencia literaria, a medida que va descubriendo facetas de su propia vida que nunca había imaginado.