«A mí me da en el hocico que Félix Maraña siempre, pero sobre todo en El bosque no es un árbol repetido. (Sonetos y soñetos), es primo hermano por lo menos de aquel pelirrojo bachiller por Alcalá que fue el escritor más calumniado de las Españas. Lo digo porque en el andar sobre las aguas sin mojarse los pies pero manchándose las manos del barro de la gente, Quevedo engatusó a su comunidad con el convencimiento de que Judas era pelirrojo como él, y Maraña derrocha el mismo talento corrosivo en averiar imposturas como en su poema Intelectual, o hacerse el jazminero con más amor en Acerico. Un vaivén litúrgico en los dos.Este libro tiene curso y discurso. Es por demás una meditación crítica sobre la vida y la muerte, la condición humana. La muerte en todas sus formas: la del pensamiento, la del ser humano carente de piedad y la muerte de su medio natural. Es por ello una tentación y estación ecológica, así como una crítica a la imposición, al poder y al desamor del mundo, sus deterioros y desequilibrios«.