Pocos acontecimientos históricos son tan conocidoscomo la Revolución Francesa, y, al mismo tiempo,tan poco entendidos. La historia se aceleró durantela última década del siglo xviii en Francia y sus consecuenciasno tardaron en afectar a todo el mundogracias a Napoleón Bonaparte, el más ilustre de loshijos de la revolución. Los dos siglos posteriores soninexplicables sin esta convulsión que encontró infinidadde imitadores en todas las latitudes.Precisamente por esto último, la Revolución Francesaha terminado adquiriendo la categoría de mito fundacionaldel mundo contemporáneo, una suerte decompendio de todo lo bueno y noble que habita en elalma humana. Como tal se la trata y eso imposibilitasu comprensión. Para muchos, la revolución representael bien absoluto y todo lo que se aleje de ellaes el mal sin ambages.Pero esa revolución no la hicieron dioses, sino hombresde carne y hueso movidos a menudo por la soberbiay la venganza, cuando no por bajas pasiones eideas equivocadas. Todo junto configuró un momentohistórico excepcional que hizo saltar por los aires elmundo tal y como se conocía, pero, no necesariamente,para alumbrar uno mejor.