Espejito, espejito ¿quién es la más bella del lugar? Por eso nuestra princesa del espejo se transforma en nuestra heroína Frida Kahlo, que usó su propio rostro en ese cristal para crear muchos mundos a través de la pintura y del arte. Frida usó su antiespejito para mirarse como más quería, ¿por qué no usar uno nosotras? Queremos espejos que nos muestren como somos en realidad: de muchos tamaños y colores, despeinadas, con picaduras de mosquitos, con piojitos en la cabeza, con moños deshechos de tanto movernos y con una sonrisa gigante de gustarnos como somos. Frida Khalo, Violeta Parra y Juana Azurduy, mujeres reales alejadas de los estereotipos que imponen a las niñas, acompañan esta guía para «desprincesarnos».